martes, 26 de febrero de 2013

La niña dormida

Una familia se acababa de mudar a una nueva casa cerca del bosque. Una noche, mientras la madre leía en el salón,  y la hija pequeña dormía, llegó Carlos, el hijo mayor. Carlos le comentó a su madre algo que le tenía preocupado de hace días. Y es que llevaba días observando a Caterina, su hermana pequeña, mientras dormía y ésta actuaba de forma extraña por la noche desde que se habían mudado a la nueva casa.
La pequeña hablaba durante su sueño y estaba muy agitada y nerviosa. Su madre no había observado nada, pero dijo que empezaría a hacerlo a partir de ese momento. Cuando Carlos se marchó a la cama, pasó delante de la habitación de su hermana para echar una ojeada, y la vio sentada en la ventana mirando fuera. Enseguida bajó a advertir a su madre. Subieron los dos y al verla su madre pensó que probablemente la niña era sonámbula. La volvió a poner en la cama.
Pero la historia se repitió noche tras noche y la pequeña niña llegaba incluso a salir fuera de la casa para jugar en la parte trasera de la casa, en el patio.
La madre cada vez estaba más inquieta a causa de su comportamiento y decidió hablarlo con su marido. Ambos propusieron llevarla al psiquiatra y que la tratase. Pero la niña continuaba yendo al patio trasero, a intentar hacer en el suelo agujeros con su pala. Cavaba, cavaba… siempre cavaba sin cesar. Y siempre en el mismo sitio. Los padres llegaron a preguntarle a la niña dormida porqué hacía eso. La niña respondía que alguien le pedía ayuda.
Tras varias semanas viendo a su hija cavar diciendo que oía que la llamaban voces pidiendo ayuda, la familia no pudo más y decidieron cavar ellos en el punto dónde cavaba la niña. Cavaban más y más profundo, intentando encontrar una solución. Y la encontraron. En el punto donde la niña cavaba encontraron la solución al porqué Caterina actuaba así. ¡Encontraron un esqueleto de una niña!
Escandalizados, llamaron a profesionales para hacer una búsqueda y supieron que hacía dos años atrás desapareció una niña en el pueblo. La buscaron durante mucho tiempo pero nunca la encontraron. De una sola vez se habían resuelto ambos interrogantes.

La casa de campo




Hace algún tiempo, un amiga y yo decidimos realizar un pequeño viaje con el fin de descansar un poco de la universidad. Durante dos semanas nos quedaríamos en una casa de campo que se encontraba a unas 4 horas de viaje en coche. Ya en el camino, mientras iba en el coche, el paisaje comenzó a resultarme extrañamente familiar, mientras mi compañero de viaje seguía conduciendo, le dije:
-Nunca había estado aquí, pero creo que dos kilómetros más abajo hay una casa.
Seguimos durante un kilómetro y medio y le dije a mi amigo que después de la próxima curva llegaríamos a una pequeña población situada muy cerca de la autopista. Le dije que la casa era blanca, de dos pisos, con escaleras en la entrada y un pequeño jardín con siniestros árboles. Tenía la impresión de que había vivido allí cuando tenía unos seis años y de que solía sentarme con mi abuelita en el porche de la entrada. Los recuerdos me abrumaban y podía recordar que estaba sentado en el columpio del porche mientras mi abuela me abrochaba las botas, cuando llegamos al pueblo, reconocí inmediatamente la casa, cerrada y ruinosa. Aunque el columpio del porche ya no estaba. Recorrimos el pueblo, y al llegar a una pequeña y ondulada colina me detuve y exclame:
- Ves esa gran cruz que sobresale entre las demás, allí es donde me enterraron.

La mujer del ascensor




En Estados Unidos, cada vez que te internan en un hospital, te colocan en la muñeca una pulsera blanca con tu nombre, para poder identificarte. Sin embargo, existen otras pulseras de colores diferentes, que simbolizan otras cosas. Por ejemplo, las pulseras negras son colocadas en las muñecas de las personas que acaban de fallecer.
Mi tía me hablaba de un cirujano que trabajaba en el turno de la noche en una escuela-hospital. El cirujano acababa de terminar una operación e iba hacia el sótano. Entro en el ascensor, donde se encontraba una mujer. Se pusieron a hablar sobre tonterías, mientras el ascensor bajaba. Cuando la puerta del ascensor se abrió, vio que otra mujer estaba a punto de entrar, y entonces el doctor, de manera precipitada apretó el botón para cerrar la puerta, y presiono rápidamente el botón hasta el piso más alto.Sorprendida, la mujer regaño al doctor por su descortesía al no permitir subir a la otra mujer al elevador.
El Doctor dijo: “Esa es la mujer que acabo de operar. Murió durante la operación… ¿No viste la pulsera negra que estaba utilizando?”
La mujer sonrió, levanto su brazo y dijo: “¿Una pulsera como esta?”